DIA DEL IDIOMA
ABRIL 23 /19
Soñamos con una lengua
castellana bien poderosa que nos permita decir lo que opinamos, sentimos y deseamos.
Este privilegio no puede ser para unos cuantos, debe ser de todos los
ciudadanos, especialmente los más vulnerables, donde el agua y el alimento
escasea, pero la capacidad de salir adelante alienta sus pasos.
Nuestro esfuerzo como
fundación Scarpetta Gnecco va dirigido a las nuevas generaciones, para que ellas asuman y participen de esta experiencia no sólo lingüística sino de
desarrollo social y personal. Educar será siempre formarnos en el lenguaje. Por
eso ponemos el acento en las instituciones educativas y en las familias, desde la formación docente, las comunidades de aprendizaje y la movilización social. Para que cuando asuman su trascendental reto de formar hallen en la
escritura y en la lectura, en la escucha y en la oralidad, herramientas validas, sólidas y
críticas para edificar miembros activos, participantes y decisivos de
una sociedad en construcción, que asuma su principal rol: educar a las siguientes generaciones.
Celebramos así la lengua escrita,
la lectura, la oralidad y la literatura como bien común, pero
también reconociendo a su vez, las más de 60 lenguas indígenas que aún existen
en nuestro territorio. Toda una riqueza lingüística y cultural desbordante y
siendo justos: aún inexplorada, -como muchos de nuestros recursos naturales y
culturales-.
Tenemos una lengua castellana -por su origen-
pero colombiana -por su arraigo- para hacer acuerdos, para derribar trabas,
para tejer puentes entre unos y otros y hoy por hoy para formar a las nuevas
generaciones de colombianos a vivir en paz. La escritura no puede ser
minusvalorada como un elemento menor para hacer listas, ayudas de memoria o planas sin sentido es más bien la herramienta mayor del pensamiento, de
la comunicación, de la educación en sociedad y de la cultura. Acercarse a ella
debe ser lo que privilegiemos como nación.
En un momento de posturas e
imposturas, de verdades y postverdades, de acuerdos y postacuerdos, necesitamos
encontrar en el lenguaje un lugar de interacción. Requerimos hacer de la
escritura y la lectura unos espacios comunes en donde nos reflejemos, nos
articulemos y nos orientemos como ciudadanos capaces, competentes y
profundamente humanos, donde la creación y la producción convivan, donde el pasado y el presente se articulen, donde el yo trascienda
compasivamente en el otro.
Hoy le rendimos homenaje a esta
lengua colombiana que nos hace comunes y diversos, equitativos y anhelantes; pero sobre todo profundamente solidarios con el que nos escucha, entiende y atiende.
Desde esta privilegiada ventana lingüística podremos ver un horizonte común de
oportunidades, de retos y de metas alcanzadas. Esto es sin duda un sueño, pero un
gran sueño.
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